Ciudad Maldita - Стругацкие Аркадий и Борис - Страница 56
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—Aqui tienes a Stas —proseguia el tio Yura—. Estuvo en la guerra, eh, Stas. ?estuviste en la guerra? Cuentalo —le exigia el tio Yura, abrazando a Stas por los hombros y balanceandose junto con el.
—?Ja! ?Jo! —respondio Stas, intentando mostrar con todo su aspecto que habia combatido, y que no tenia palabras para expresar como habia combatido.
—Ahora esta borracho —explico el tio Yura—. Cuando no hay sol, no puede permanecer sobrio... ?Que te estaba contando? ?Si! Preguntale por que esta perdiendo el tiempo aqui. Tiene un arma. Tiene colegas dispuestos a pelear. ?Que mas le hace falta?
—Aguarda —dijo Andrei—. ?Que quereis?
—?Te lo estoy explicando! —dijo el tio Yura con sentimiento, soltando en ese momento a Stas, que describio un arco hacia un lado—. ?Estoy tratando de metertelo en la cabeza! Hay que aplastar a los canallas, basta con hacerlo una vez. ?Ellos no tienen ametralladoras! Los pisotearemos, los liquidaremos a sombrerazos. —De repente callo y volvio a colgarse la ametralladora a la espalda—. Vamos.
—?Adonde?
—A beber. Hay que acabarse todo el aguardiente y regresar a casa de una punetera vez. ?Para que estamos perdiendo el tiempo? Alla se me pudre la patata. Vamos.
—No, tio Yura —dijo Andrei, como pidiendole perdon—. Ahora no puedo. Tengo que ir a la alcaldia.
—?A la alcaldia? ?Vamos! ?Stas! Stas, ven...
—?Aguarda, tio Yura! Es que... no te dejaran entrar.
—?A quien? ?A mi? —rugio el tio Yura, con una mirada de ferocidad—. ?Vamos ahora mismo! ?A ver quien se atreve a no dejarme pasar! ?Stas! —Abrazo a Andrei por los hombros y lo arrastro a traves del espacio vacio iluminado hasta llegar a la fila de policias—. Entiendeme —susurraba con vehemencia al oido de Andrei, que se resistia—. Me da miedo, ?entiendes? No se lo he dicho a nadie, pero a ti si te lo digo. ?Me da pavor! ?Y si no vuelve a encenderse nunca mas? Nos trajeron a este sitio y nos abandonan. Lo mejor es que lo expliquen, que digan la verdad, hijos de puta, asi no se puede vivir. Ya no puedo dormir, ?lo entiendes? Eso no me habia ocurrido nunca, ni siquiera en el frente. ?Crees que estoy borracho? Borracho, una mierda, es el terror, el terror que se ha aduenado de mi.
Aquel susurro febril hizo que una ola gelida recorriera la columna vertebral de Andrei. Se detuvo a unos cinco pasos de los policias. Le parecia que todo el mundo en la plaza lo miraba fijamente, tanto los granjeros como los policias.
—Escuchame, tio Yura —dijo, poniendo en su voz toda la conviccion de que era capaz—. Ahora voy a entrar ahi, arreglare cierto asunto relativo a mi periodico, y tu vas a esperarme aqui. Despues, iremos a mi casa y hablaremos en detalle de todo.
—No —dijo el tio Yura, negando violentamente con la cabeza—, voy contigo. Yo tambien tengo que arreglar un asunto...
—?No te van a dejar pasar! Y a mi tampoco, por tu culpa.
—Vamos, vamos —balbuceaba el tio Yura—. ?Como que no me dejaran pasar? ?Por que no me van a dejar pasar? Vamos calladitos, serios.
Estaban ya junto a la fila cuando un capitan de elegante uniforme, con la cartuchera desabrochada al lado izquierdo del cinturon, fue a su encuentro.
—?Adonde van, senores? —pregunto con frialdad.
—Soy el redactor jefe del Diario Urbano-dijo Andrei, echando con suavidad a un lado al tio Yura para que dejara de abrazarlo—. Debo reunirme con el asesor politico.
—Muestreme sus documentos, por favor —una mano, forrada en piel de ante, aparecio extendida delante de Andrei.
Andrei saco su identificacion, se la entrego al capitan y miro de reojo al tio Yura. Para su asombro, este permanecio tranquilo, sorbiendo por la nariz y arreglandose de vez en cuando el cinturon de la ametralladora, aunque no fuera necesario en absoluto. Sus ojos, al parecer, estaban sobrios del todo y recorrian lentamente la fila de policias.
—Puede pasar —dijo el capitan con cortesia, mientras devolvia la identificacion—. Aunque debo decirle... —Sin terminar, se volvio hacia el tio Yura—: ?Y usted?
—Viene conmigo —dijo Andrei, presuroso—. En cierto sentido, representa... a una parte de los granjeros.
—?Los documentos!
—?Que documentos puede tener un granjero? —dijo Yura, en tono amargo.
—No puedo dejarlo pasar sin documentos.
—?Y por que no puedo pasar sin documentos? —El tio Yura estaba muy descontento—. Sin un asqueroso papelito, ya no soy persona, ?cierto?
Alguien comenzo a soplar aire caliente tras la nuca de Andrei. Se trataba de Stas Kowalski, que con aire belicoso, trastabillando, cubria la retaguardia. Otras personas comenzaron a agruparse lentamente, como sin muchas ganas, en el espacio iluminado.
—?Senores, senores, no se amontonen! —dijo el capitan, nervioso—. ?Pase usted, caballero —le grito con rabia a Andrei—. ?Senores, un paso atras! ?Esta prohibido amontonarse!
—O sea, que si no tengo un papelito lleno de garabatos —se lamentaba el tio Yura—, eso quiere decir que no puedo pasar, que no existo...
—?Rompele el hocico! —propuso Stas, con voz inesperadamente clara.
El capitan agarro a Andrei por la manga del impermeable y le dio un fuerte tiron, de manera que un segundo despues quedo detras de la fila. Los policias volvieron a ocupar su lugar de inmediato, separando de el a los granjeros que se agolpaban frente al capitan, y Andrei, sin esperar el desarrollo ulterior de los acontecimientos, echo a andar con rapidez hacia la entrada debilmente iluminada. A sus espaldas seguia la discusion.
—Quieren carne y trigo, eso si, pero cuando se trata de pasar a alguna parte...
—?Les ruego que no se amontonen! Tengo orden de arrestar...
—?Por que no dejas pasar al representante, eh?
—?El sol! ?El sol, canallas! ?Cuando lo van a encender de nuevo?
—?Senores, senores! Yo no soy responsable de eso.
Por la escalera de marmol bajaban mas policias al encuentro de Andrei, haciendo sonar los tacones. Iban armados con fusiles y llevaban la bayoneta calada.
—?Preparen los balones! —ordeno una voz discretamente.
Andrei termino de subir la escalera y miro atras. El espacio iluminado estaba lleno de personas. Los granjeros, unos lentamente y otros a la carrera, se apresuraban hacia la multitud de personas que se habia formado alli.
Andrei tiro con esfuerzo de la pesada puerta, alta, con refuerzos de bronce, y entro en el vestibulo. Tambien estaba oscuro y se percibia un caracteristico olor a cuartel. En lujosos butacones, en sofas y directamente sobre el suelo dormian policias, cubiertos con sus capotes. En el pasillo debilmente iluminado que se extendia a lo largo de tres de las paredes del vestibulo, se veian varias figuras. Andrei no pudo distinguir si llevaban armas o no.
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