Ciudad Maldita - Стругацкие Аркадий и Борис - Страница 66
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—Eso sera lo correcto —mascullo Izya, mirando tambien las llamas—. Pero si te torturan... Rumer es un esbirro miserable... —se estremecio—. Pero es posible que nadie te pregunte nada. No se. Habria que meditar un poco todo esto. Es dificil idear algo asi, de repente.
Callo. Andrei seguia removiendo el monton de papeles que ardian entre llamas rojizas que saltaban de un lado a otro. Izya, momentos despues, continuo tirando papeles al hogar.
—No tires las carpetas, solo los papeles —dijo Andrei—. Fijate, el carton arde mal. ?Y no temes que encuentren la carpeta?
—?Y que deberia temer? —dijo Izya—. Que tema Geiger. Si no la encontraron enseguida, ahora no podran encontrarla. La tire en una alcantarilla, y despues me pregunte muchas veces si habria caido dentro o fuera... ?Por que te pegaron? En mi opinion, tienes unas excelentes relaciones con Fritz.
—No fue Fritz —dijo Andrei, reticente—. Simplemente, tuve mala suerte.
Kensi volvio de repente, acompanado por las chicas. Sobre el impermeable, que llevaban agarrado por las puntas, traian un monton de cartas. Tras ellos venia Dennis, que todavia se secaba el sudor.
—Creo que esto es todo —dijo—. ?O se les ha ocurrido algo mas?
—?Apartaos! —exigio Kensi.
Bajaron el impermeable junto al hogar y todos se pusieron a tirar las cartas al fuego. El hogar comenzo a zumbar. Izya metio la mano sana en el monton de papeles, escritos con tinta de diferentes colores, saco una carta y, con su mueca habitual, comenzo a leerla con ansiedad.
—?Quien fue el que dijo que los manuscritos no arden? —balbuceo Dennis mientras resoplaba. Se sento tras la mesa y encendio un cigarrillo—. En mi opinion, arden muy bien... Que calor. ?Abrimos las ventanas?
De repente, la secretaria chillo, se levanto de un salto y salio corriendo.
—?Se me habia olvidado —susurraba—, se me habia olvidado por completo!
—?Como se llama? —se apresuro a preguntar Andrei.
—Amalia —gruno Kensi—. Te lo he dicho cien veces... Oye, acabo de telefonear a Dupin...
—?Y que?
La secretaria regreso con un monton de bloques de notas entre los brazos.
—Estas son todas sus ordenes, jefe —susurro—. Las habia olvidado totalmente. Seguro que tambien hay que quemarlas, ?si?
—Por supuesto, Amalia —dijo Andrei—. Gracias por acordarse. Quemelas, Amalia, quemelas. ?Que dijo Dupin?
—Queria prevenirlo, decirle que todo estaba en orden, que habiamos eliminado todas las huellas. Y se asombro, pregunto que huellas eran esas. ?Acaso habia escrito algo asi? Estaba terminando un reportaje detallado sobre el heroico asalto a la alcaldia, y se disponia a escribir un editorial titulado «Friedrich Geiger y el pueblo».
—Es una puta —dijo Andrei, con desgana—. Por cierto, como todos nosotros...
—?Cuando dices esas cosas, refierete a ti mismo! —le grito Kensi.
—Perdona —respondio Andrei, con la misma desgana—. Digamos que no todos somos unas putas. La mayoria, nada mas.
Izya solto una risita repentina.
—Aqui tenemos a una persona inteligente —proclamo, agitando una hoja de papel—. «Es totalmente obvio —leyo—, que la gente como Friedrich Geiger solo aguardan alguna desgracia importante, no importa que sea de corta duracion, basta que constituya una sensible interrupcion del equilibrio, para desatar las pasiones y salir a la superficie, montados en la ola del motin...» ?Quien ha escrito semejante cosa? —Busco el remitente—. ?Vaya, por supuesto! ?A la hoguera, a la hoguera! —arrugo el papel y lo tiro al hogar.
—Escucha, Andrei —dijo Kensi—. ?No es hora ya de pensar en el futuro?
—?Y que hay que pensar? —gruno Andrei mientras continuaba trajinando con el atizador—. De alguna manera sobreviviremos, resistiremos...
—?No hablo de nuestro futuro! —dijo Kensi—. Hablo del futuro del periodico, del futuro del Experimento.
Andrei lo miro con asombro, Kensi parecia el mismo de siempre. Como si no hubiera ocurrido nada. Como si nada hubiera pasado durante los ultimos meses. Parecia estar mas preparado a pelear que en otras ocasiones. Aunque fuera a pelear en nombre de la legalidad y los ideales. Como el martillo de un revolver, esperando que apretaran el gatillo. ?O seria posible que no le hubiera ocurrido nada a el personalmente?
—?Has hablado con tu Preceptor? —pregunto Andrei.
—Si, he hablado —respondio Kensi con aire retador.
—?Y que te ha dicho? —pregunto Andrei, sobreponiendose al pudor habitual que acompanaba siempre a las conversaciones sobre los Preceptores.
—Eso no le incumbe a nadie, y no tiene la menor importancia. ?Que pintan aqui los Preceptores? Geiger tambien tiene un Preceptor. Cada bandido en la Ciudad cuenta con un Preceptor. Pero eso no impide que cada cual piense por si solo.
Andrei saco un cigarrillo del paquete, lo ablando entre los dedos y, frunciendo el ceno a causa del calor, lo encendio pegandolo al atizador incandescente.
—Estoy harto de todo —dijo, muy quedo.
—?De que estas harto?
—De todo... En mi opinion, hay que huir de aqui, Kensi. Que se vayan todos al diablo.
—?Que es eso de huir? ?Que quieres decir?
—Hay que largarse antes de que sea tarde, huir a las cienagas, adonde el tio Yura, lo mas lejos posible de todo este burdel. El Experimento se ha descontrolado, nosotros no podemos controlarlo de nuevo, asi que la terquedad no tiene sentido. En las cienagas al menos tendremos armas, tendremos la fuerza...
—?No me ire a las cienagas! —declaro Selma de repente.
—No te lo estoy proponiendo a ti —dijo Andrei, sin volverse.
—Andrei —replico Kensi—, eso seria desertar.
—Segun tu, desertar, pero en mi opinion se trata de una maniobra inteligente. Pero haz lo que quieras. Me has preguntado que pensaba sobre el futuro, y te respondo: no tengo nada que hacer aqui. De todas maneras, cesaran a todo el consejo de redaccion y nos mandaran a recoger babuinos muertos. Bajo custodia. Y eso, en el mejor de los casos...
—?Y aqui tenemos a otra persona inteligente! —proclamo Izya con admiracion—. Escuchad: «Soy un antiguo suscriptor de vuestro diario, y en general apruebo su posicion. Pero ?por que defendeis constantemente a F. Geiger? ?Sera que no contais con la suficiente informacion? Se, de muy buena tinta, que Geiger ha abierto expedientes a todas las personas de alguna importancia en la Ciudad. Su gente se ha infiltrado en todo el aparato de la municipalidad. Seguramente, tambien en vuestro diario. Os aseguro que los militantes del PRR no son tan pocos como pensais. Se tambien que cuentan con armas...» —Izya miro el reverso de la carta—. Aja, mira de quien se trata... «Ruego no publicar mi nombre.» ?A la hoguera, a la hoguera!
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