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Ciudad Maldita - Стругацкие Аркадий и Борис - Страница 30


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Al principio, el caso llego a despertar el interes de Andrei. Senalo en el mapa de la ciudad los lugares donde habian visto el Edificio, intentando hallar alguna regularidad en la ubicacion de las cruces, reviso los sitios indicados en multiples ocasiones, y cada vez, en el lugar donde habian visto el Edificio, encontro un jardin abandonado, un solar yermo entre dos edificaciones, o un edificio de vivienda comun y corriente que no guardaba relacion alguna con misterios ni enigmas.

Preocupaba el hecho de que el Edificio nunca habia sido visto a la luz del dia: tambien era preocupante que mas de la mitad de los testigos, al ver el Edificio, se encontraban en estado de embriaguez mas o menos pronunciado: en cada declaracion aparecian contradicciones menores, pero al parecer indispensables: y lo mas preocupante de todo era lo absurdo de todo aquello y su total falta de sentido.

Con respecto a esto, Izya Katzman llego a la conclusion de que una ciudad de un millon de habitantes, carente de una ideologia sistematica, debia crear sin falta unos mitos propios. Eso parecia convincente, pero la gente desaparecia de veras. Por supuesto, no era dificil perderse en la ciudad. Bastaba con tirar a una persona por el precipicio y en ese caso nadie volveria a saber de ella. Sin embargo, ?por que razon tendria alguien que tirar por el precipicio a peluqueros, modistas y tenderos? Gente sin dinero, sin reputacion, practicamente sin enemigos. En cierta ocasion, Kensi expreso la suposicion logica de que el Edificio Rojo, si existia de veras, seria con toda seguridad un elemento del Experimento, por lo que no tenia sentido buscarle una explicacion: el Experimento era el Experimento. A fin de cuentas, Andrei se agarro a ese punto de vista. Habia muchisimo trabajo que hacer, el expediente del Edificio tenia ya mas de mil cuartillas, y Andrei lo escondio en el fondo de la caja fuerte. Lo sacaba solo de vez en cuando, para graparle una nueva declaracion de algun testigo.

La reciente conversacion con el jefe abria, sin embargo, perspectivas totalmente nuevas. Si era verdad que en la ciudad habia personas que se habian planteado (o alguien les habia encomendado) la mision de crear un estado de panico y terror entre la poblacion, entonces se esclarecian muchas facetas del caso del Edificio. Las faltas de coincidencia entre los presuntos testigos se explicaban con facilidad por la distorsion de los rumores durante su propagacion. Las desapariciones de las personas se convertian en asesinatos comunes y corrientes, con el fin de reforzar la atmosfera de terror. Entonces habria que buscar dentro del caos de charlataneria, rumores alarmistas y mentiras, a las fuentes permanentes de esas habladurias, los centros de difusion de aquella neblina venenosa...

Andrei tomo una cuartilla en blanco y comenzo a esbozar, palabra por palabra, punto por punto, un borrador de plan de accion. Al rato, tenia un proyecto bastante sencillo.

Tarea principal: detectar las fuentes de los rumores, arrestar a esas fuentes y descubrir el centro que las dirige. Medios fundamentales: repetir interrogatorios de todos los testigos que hubieran declarado antes estando sobrios: deteccion, mediante cadena de informantes, de las personas que aseguraban haber estado dentro del Edificio, y su interrogatorio: esclarecimiento de posibles vinculos entre esas personas y los testigos. Tomar en consideracion: a) informes de los agentes; b) faltas de coincidencia en las declaraciones...

Andrei mordio el lapiz, miro la lampara con ojos entornados y recordo otra cosa: ponerse en contacto con Petrov. El tal Petrov le habia agotado la paciencia a Andrei en cierto momento. Su mujer habia desaparecido, y por alguna razon el habia decidido que el Edificio Rojo se la habia tragado. Desde aquel momento habia abandonado su trabajo y se habia dedicado a la busqueda del Edificio Rojo: habia enviado innumerables notas a la fiscalia, que eran remitidas indefectiblemente al departamento de instruccion e iban a parar a manos de Andrei; trotaba de noche por toda la ciudad; habia sido detenido en varias ocasiones por sospechas de comportamiento indecoroso; se resistia a la autoridad, por lo que habia sido condenado a diez dias de arresto, salia y de nuevo se dedicaba a su pesquisa.

Andrei le mando una citacion, asi como a otros dos testigos, se las entrego al agente de guardia con la orden de entregarlas de inmediato, y fue en busca de Chachua. Se trataba de un caucasiano enorme y muy gordo, casi sin frente pero con una nariz gigantesca. Estaba en su despacho, durmiendo en un divan, rodeado de gruesas carpetas de casos. Andrei lo desperto empujandolo levemente.

—?Eh! —dijo Chachua, despertandose—. ?Que pasa?

—No pasa nada —dijo Andrei, molesto; ya no soportaba aquel relajamiento de la disciplina—. Dame el caso de las Estrellas Fugaces.

Chachua se sento, su rostro se ilumino de alegria.

—?Lo vas a asumir? —pregunto, moviendo su nariz fenomenal como una fiera.

—No te alegres tanto —dijo Andrei—. Solo quiero echarle un vistazo.

—Dime, ?para que quieres echarle un vistazo? —comenzo a decir Chachua con ardor—. ?Hazte cargo totalmente de ese caso! Eres joven, guapo y energico, el jefe siempre te pone de ejemplo ante los demas. Seguro que lo esclareceras enseguida. ?Trepas a la Pared Amarilla y lo aclaras de inmediato! ?Que te cuesta?

Andrei clavo la mirada en aquella nariz: enorme, torcida, con una red de venas purpura en el puente, con vellos negros y duros que asomaban en mechones por los agujeros. Tenia una vida independiente de Chachua, y era obvio que no queria saber nada de los lios del juez de instruccion. Aquella nariz queria que todos a su alrededor bebieran el suave vino de Kajetia en copas grandes, comieran jugosas brochetas y verduras crujientes, que bailaran a la caucasiana, agarrandose con los dedos los bordes de las mangas y dando gritos de animo y aliento. Queria perderse entre cabellos rubios perfumados y planear sobre senos abundantes y desnudos... Queria muchas cosas aquella grandiosa nariz, hedonista y llena de vida, y sus numerosos deseos se reflejaban abiertamente en sus movimientos independientes, en sus cambios de color y en los diversos sonidos que emitian...

—Y cuando cierres este caso —decia Chachua, poniendo los ojos en blanco—, ?oh, Dios mio! ?Que famoso vas a ser! ?Cuantos honores! ?Crees que si Chachua pudiera trepar a la Pared Amarilla te propondria que te ocuparas de este caso? ?Por nada del mundo! ?Este caso es como una mina de oro! Pero solo te lo propongo a ti. Muchos han venido y me lo han pedido. No, pense. Ninguno de vosotros podriais con el. Solo Voronin seria capaz, pense.

—Esta bien, esta bien —dijo Andrei, con desencanto—. Apaga esa maquina de hablar. Dame la carpeta. No tengo tiempo de cantar a duo contigo.

Sin dejar de hablar, de quejarse y jactarse, Chachua se levanto con haraganeria, se encamino a la caja fuerte arrastrando los pies por el suelo lleno de basura y se puso a buscar los papeles del caso. Andrei contemplaba sus hombros anchisimos y gruesos, y pensaba que Chachua era, con toda seguridad, uno de los mejores jueces de instruccion en el departamento; sencillamente era un investigador brillante, tenia el mayor indice de casos cerrados, pero no habia logrado aclarar nada en el caso de las Estrellas Fugaces: nadie habia logrado aclarar nada, ni Chachua, ni su predecesor, ni el predecesor del predecesor...

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