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Que dificil es ser Dios - Стругацкие Аркадий и Борис - Страница 21


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— ?Por que has llorado?

— Y tu, ?por que estas tan serio?

— Primero dime: ?por que has llorado?

— Luego te lo contare todo. Tus ojos estan muy cansados. ?Que te ha ocurrido?

— Ya hablaremos luego de ello. ?Te ha ofendido alguien?

— No, nadie. Quiero que me saques de aqui, Rumata.

— Por supuesto.

— ?Cuando nos vamos?

— No puedo decirtelo, Kira. Pero nos iremos.

— ?Muy lejos?

— Si, muy lejos.

— ?A la metropoli?

— Si. Conmigo.

— ?Se esta bien alli?

— Estupendamente. Nadie llora.

— Eso es imposible.

— Si, es imposible. Pero alli tu no lloraras nunca.

— ?Como es alli la gente?

— Igual que yo.

— ?Todos como tu?

— No, no todos. Los hay mejores.

— Eso tambien es imposible.

— Te equivocas. Es asi.

— ?Por que te creo tan facilmente? Mi padre no cree a nadie, mi hermano dice que todos son unos cerdos, algunos mas sucios, otros menos. Yo no los creo. A ti, en cambio, te he creido siempre.

— Porque yo te quiero, Kira.

— Entonces quitate la diadema. En una ocasion me dijiste que eso era pecado.

Rumata se echo a reir. Era feliz. Se quito la diadema, la puso sobre la mesa y la cubrio con un libro.

— Este es el ojo de Dios — dijo, y la tomo entre sus brazos -. Cerrarlo es un grave pecado. Pero mientras este contigo, puedo pasarme sin Dios.

— Tienes razon — dijo ella, muy bajito.

Cuando se sentaron a la mesa, el asado estaba ya frio y el vino templado. Uno entro y, andando tan silenciosamente como le habia ensenado el viejo Muga, fue encendiendo los candiles, aunque todavia habia bastante luz.

— ?Ese chico es esclavo tuyo?

— No, es libre. Es un buen muchacho… aunque bastante tacano.

— Al dinero le gusta que lo cuenten — dijo Uno sin volverse.

— ?Has comprado ya las sabanas nuevas? — pregunto Rumata.

— ?Para que? — exclamo el muchacho -. Las viejas todavia sirven.

— Escucha, Uno — dijo Rumata -. Comprende que yo no puedo dormir un mes seguido en las mismas sabanas.

— ?Je! — profirio el muchacho -. Su Majestad duerme en las mismas sabanas medio ano, y no se queja.

— Y el aceite de los candiles — dijo Rumata, guinandole un ojo a Kira -, ?acaso lo regalan?

Uno se inmovilizo.

— Como hoy teneis visita… — dijo finalmente.

Rumata se echo a reir.

— ?Ves como es?

— Es un buen chico — dijo Kira seriamente -. Se ve que te quiere. Tiene que venirse con nosotros.

— Ya veremos — respondio evasivamente Rumata.

Al escuchar esto, el muchacho se apresuro a protestar:

— ?Donde hay que ir? Yo no voy a ir a ninguna parte.

— Nos iremos a un sitio donde todos son como Don Rumata — le corto Kira.

El muchacho se lo penso unos instantes.

— ?A un paraiso de los nobles? — pregunto por fin, desdenosamente. Luego se echo a reir y salio chancleteando del gabinete. Kira lo siguio con la mirada.

— Es un buen muchacho — dijo -. Parece insociable como un osezno, pero en el tienes a un buen amigo.

— Mis amigos son todos buenos.

— ?Incluido el baron de Pampa?

— ?De que lo conoces? — se sorprendio Rumata.

— No hablas de otra persona. No se te oye decir mas que el baron de Pampa eso, el baron de Pampa aquello…

— El baron de Pampa es un magnifico camarada.

— ?Que quieres decir con que el baron es un camarada?

— Quiero decir que es una buena persona; que es bondadoso y alegre, y que quiere mucho a su esposa.

— Me gustaria conocerlo. ?Te avergonzaria presentarmelo?

— No me avergonzaria en absoluto. Pero tienes que pensar que, aun siendo bueno, sigue siendo baron.

— ?Oh!

Rumata aparto su plato.

— Bien, y ahora dime: ?por que lloraste, y por que viniste sola? ?Crees que la situacion esta como para andar sola por las calles?

— Llore y vine porque ya no podia permanecer mas en mi casa. No pienso volver alli. Si quieres sere tu sirvienta, pero no me hagas que vuelva.

Rumata sonrio, aunque se le habia formado un nudo en la garganta.

— Mi padre esta copiando cada dia confesiones y denuncias — prosiguio Kira con desesperacion -. Los papeles que copia estan manchados de sangre. Se los entregan en la Torre de la Alegria. ?Para que me ensenaste a leer, Rumata? Cada tarde copia los informes de las torturas y bebe. ?Que cosa tan horrible! «Mira Kira», me dijo ayer, «nuestro vecino el caligrafo ensenaba a la gente a escribir. ?Y sabes? Bajo tortura ha declarado ser un brujo y un espia irukano. ?A quien vamos a creer ahora? El fue quien me enseno a escribir a mi». Y mi hermano viene cada dia de patrullar mas borracho que el vino, con las manos sucias de sangre, y empieza a decir: «Los mataremos a todos, hasta la duodecima generacion». Y luego le pregunta a padre por que sabe leer. Hoy trajo a casa, con sus amigos, a un pobre hombre. Le estuvieron pegando hasta que dejo de gritar. No puedo seguir viviendo asi. ?Es una pesadilla! No volvere. Prefiero que me mates.

Rumata estaba junto a ella, y le acariciaba suavemente los cabellos. Kira miraba fijamente a un punto indeterminado. Sus ojos brillaban, pero estaban secos. ?Que podia decir el? La tomo en sus brazos, la condujo al divan, se sento a su lado y empezo a hablarle de los palacios de cristal y de los preciosos jardines donde no hay mosquitos ni basura, de los manteles magicos y de las alfombras volantes, y de una ciudad encantadora que se llama Leningrado, y de sus amigos, apuestos, alegres y bondadosos, y de un pais maravilloso que esta mas alla de los mares y las cordilleras y que se llama Tierra. Ella lo escuchaba silenciosa y atenta, y cada vez que se oia en la calle el resonar de las botas claveteadas se apretaba contra el.

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